Gente o Persona, se tú mismo

Gente o Persona, se tú mismo

No es que esté en contra de lo que ello nos aporta, que por supuesto puede ser mucho, sino de lo que nos resta en aspectos que pasan desapercibidos por la mayoría.

                A lo largo de nuestra trayectoria, la de Ana y mía, hemos tenido el privilegio de conocer a miles de personas. Hemos sentido con muchos de ellos lo que significan sus vidas, su pasado, su presente y los sueños que aún conservan de cara al futuro. Su influencia en nosotros ha sido y es determinante, hasta el punto de que nuestra felicidad descanse en gran medida en ver felices a cuantos nos rodean y conocemos. Por nuestras vidas ha pasado mucha gente, cientos de miles, pero solo las personas atrajeron nuestra atención.

                Por supuesto, tenemos grandes amigos dentro y fuera de Barymont, pero voy a valerme para la reflexión de hoy, sobre todo, de aquellos que nos acompañan en la empresa. Por principio, nuestra vida personal está muy ligada a la actividad que desarrollamos, procurando vivir una sola vida. El propio crecimiento de Barymont nos lleva al punto en que no podemos llegar a conocer a todos, salvo excepciones y por necesidades del guión, por lo que nuestros encuentros con ellos se materializan mediante eventos y actividades que nos congregan.

                Durante muchos años vengo observando un fenómeno muy sutil, pero de gran trascendencia. Cuando hablas a un colectivo, dirigiéndote a sus componentes como parte de un ente capaz de alcanzar logros de grupo, generalmente la debilidad del individuo aumenta en  proporción al número de componentes del mismo.

                Voy a hacer un paréntesis para entenderlo mejor y luego retomamos el asunto.

                Cuando realizas a alguien una propuesta de mejora,  aunque lo entienda, lo vea como una gran oportunidad e incluso lo desee ¿cuál suele ser su primera reacción?Seguramente refugiarse en la “seguridad” que ofrece el inconsciente colectivo, defendiéndolo de lo que, por novedoso supone un ataque al paradigma que rodea su zona de confort.

                Yo me he encontrado cientos de veces con esta respuesta: “Me encanta lo que me propones, pero es que “la gente” no creo que lo vea igual…”

                ¿De verdad crees que “la gente” lo verá así?, le pregunto. ¡Pues vamos a ver qué es lo que dice “la gente”!: Gente ¿cómo lo ves? ¡Perfecto!, pero no creo que “la gente” lo vea. Pregunto a otro: Gente, ¿qué te parece el proyecto?... Me parece maravilloso y me encanta, pero seguro que los demás no lo ven. Sigo preguntando a otro y a otro más. Las respuestas continúan siendo las mismas. ¡Olvídate de la gente y busca a las personas!

¿Qué está ocurriendo?...  Simplemente que “la gente” individualizada, es decir una a una, es “persona”.Analiza y piensa por sí misma sobre aquello que pueda resultar interesante para ella, pero cuando vislumbra la necesidad de pasar a la acción en coherencia con la propuesta, entra en pánico pensando que deberá enfrentarse a su entorno como colectivo y oír frases como: “Estás loco…, todo te lo crees…, no seas tonto…, cuidado que perderás tu empleo…, si eres electricista ¿qué pájaros te han metido en la cabeza? etc”.

Cerrado el paréntesis, continúo con el planteamiento inicial.

Formar parte de un colectivo no tiene nada que ver con ser miembro de un equipo. El colectivo está formado por gente y el equipo se integra por personas. El individuo sale reforzado sólo cuando se trabaja en equipo, pues cada miembro debe dar el 100% de lo mejor de sí mismo para lograr el resultado del propio equipo. El colectivo, en cambio, funciona al revés, pues persigue facilitar el trabajo de cada individuo que lo forma.

Muchas personas fracasan por confundir estos conceptos. La mayoría, cuando se integra en un equipo, lo hace partiendo de una creencia errónea de lo que en realidad significa formar parte de él.

Imagínate un equipo formado por 20 personas. Se les pide a todos que realicen determinada acción para conseguir un objetivo común en determinada fecha. Lo normal es que en el inconsciente de cada uno descanse la idea de que representa un 5% de la responsabilidad total del grupo. Es decir, si yo no cumplo con mi parte aún queda el resto de mis compañeros, que supone el 95% restante Esto me lleva a que si tengo que realizar cualquier otra cosa de la que sí me considero responsable al 100%, la haré con prioridad sobre lo que me corresponde hacer dentro del equipo. Claro que lo más probable es que esto ocurra con casi todos los miembros del mismo, lo que daría como resultado un logro inferior a lo que una persona sola hubiera alcanzado actuando al 100% de su capacidad personal y responsabilidad. ¿Te imaginas un equipo de fútbol en el que cada uno jugara al 9%?...

Redes sociales, agrupaciones, clubs, tarjetas de fidelización, asociaciones, gremios y multitud de colectivos, si bien es generalmente provechoso para fines puntuales, nos despojan poco a poco y día tras día de nuestras propias responsabilidades y del entrenamiento obligado al que deberíamos someter nuestras capacidades. Alguien resolverá por mí. 

Hace unos días alguien me decía que, por escribir artículos tan largos, la gente no me leería. Además soy muy difícil de entender por la mayoría. ¡Por supuesto que lo sé!, pero es que no lo hago para la gente, sino para las personas. Huyo de la gente y de la masificación que a tantos sirve de refugio, así como de la fácil manipulación a la que estamos expuestos cuando perdemos nuestra identidad.

Por ello en Barymont centramos nuestro foco en las personas y no en la gente. Ayudamos a soldados a convertirse en verdaderos guerreros que luchan por sus sueños, al mismo tiempo que construimos una sociedad mejor educando, concienciando y jugando en equipo, para desarrollar la Misión que nos mueve a llevar a nuestros clientes hacia su libertad financiera.

 

Emilio Montaraz Castañon

Presidente de BARYMONT & ASOCIADOS, S.A.

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