Administrar el dinero para conseguir rentabilidad es una tarea que no le resulta sencilla ni a las empresas ni a los particulares. Existen una gran cantidad de productos financieros que pueden cubrir diferentes necesidades. Por eso es importante conocerlos y distinguirlos, con el fin de poder elegir el que más convenga en cada caso concreto.
Son instrumentos que ayudan en el ahorro, la inversión y la financiación. Son emitidos por entidades financieras, corredores de bolsa, proveedores de seguros, etc. y todos ellos llevan asociado un riesgo que puede ser mayor o menor.
Su amplia variedad permite a empresas y particulares encontrar la opción perfecta para cubrir sus necesidades en cada momento.
Son aquellos que permiten guardar el dinero. Entre los casos más típicos nos encontramos los depósitos a plazo, las libretas de ahorro y las cuentas a la vista remuneradas.
Buscan obtener rentabilidad por los ahorros. Algunos ejemplos son:
Son aquellos a los que acuden tanto empresas como particulares cuando necesitan obtener financiación para sus proyectos. Los casos más habituales son los préstamos y los créditos, las hipotecas e incluso las tarjetas de crédito.
En el mundo de las finanzas todos los productos que hay disponibles implican un riesgo que puede ser mayor o menor. Por eso es importante que a la hora de ahorrar, de invertir o de conseguir financiación escojamos un producto cuyo nivel de riesgo se amolde al que estamos dispuestos a asumir.
Por ejemplo, si queremos obtener rendimiento por nuestro dinero pero tenemos un perfil muy conservador, quizá invertir en bolsa no sea la mejor opción para nosotros y debamos decantarnos por un producto con menos riesgo como un plan de pensiones.
Si lo que buscamos no es invertir sino obtener financiación, entonces debemos prestar especial atención tanto al producto en sí mismo y sus condiciones como a nuestra situación económica, para valorar si podremos hacer frente a la devolución en los términos que nos ofrece el prestamista.
Además del riesgo propio del producto, no debemos perder de vista las condiciones impuestas por la entidad con la que contratamos el producto financiero. Antes de firmar conviene leer siempre muy bien el contrato, incluso la letra más pequeña, y preguntar sobre todo aquello que no entendamos bien.
Por otro lado, tampoco debemos olvidarnos de valorar otros factores como la liquidez del producto (capacidad de recuperar nuestro dinero antes de plazo) y la rentabilidad.
Acabas de comprobar que existen muchos productos financieros a los que puedes acudir en diferentes momentos de tu vida según tus necesidades. Pero no olvides nunca que algunos de estos productos pueden llegar a ser extremadamente complejos, así que si no eres un experto en la materia es recomendable que busques asesoramiento personalizado sobre qué producto es mejor escoger en tu caso concreto. Esto reducirá los riesgos y te evitará disgustos.
Queremos explicarte el caso de Luis Pita...
Mi nombre es Luis y mi libertad financiera es de 14 años. Es decir, si mañana dejase mi empleo, podría mantener el mismo nivel de vida sin trabajar hasta 2038.
Soy autor del best seller “Ten peor coche que tu vecino” y me has visto enseñando ahorro y finanzas personales en TVE, Telecinco, Cuatro, La 2, Telemadrid y las principales radios.
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