Lo que todo el mundo sabe sobre la relación entre la oferta y la demanda es que es directa. Es decir, que si la demanda de un bien o un servicio es alta, la oferta que hay en el mercado también debería serlo. Lo que no tanta gente tiene tan claro es que hay diferentes tipologías de demandas, siendo una de las más desconocidas la demanda inelástica.
A pesar de no ser muy conocida por los consumidores y usuarios, lo cierto es que tiene una influencia directa a nivel microeconómico, por lo que merece la pena profundizar en este concepto.
Para entender este concepto debemos saber primero qué es la elasticidad de la demanda. Esta hace referencia a cómo varía la demanda de un bien o un servicio cuando hay cambios en su precio. Por lógica, si un producto rebaja su precio, la demanda será mayor, y ocurrirá lo contrario cuando el importe a pagar por él se incremente.
Cuando la demanda es inelástica, lo que ocurre es que la misma no es especialmente sensible a las variaciones de precio. Se mantiene más o menos igual, sin importar si el precio del bien o servicio aumenta o desciende.
Existe un subtipo conocido como demanda inelástica perfecta, que se da cuando la demanda no varía absolutamente nada al subir o bajar el precio. Un ejemplo son ciertos medicamentos, que deben ser consumidos igualmente por los pacientes, sin importar si su precio está más alto o más bajo.
La elasticidad de la demanda viene determinada por diferentes factores. Los que más influyen en su inelasticidad son los siguientes:
En el corto plazo la demanda tiende a ser inelástica, porque a los consumidores les cuesta adaptarse a los cambios.
Por ejemplo, si sube el precio del combustible, el consumo se mantiene más o menos igual. Si esta situación se mantiene durante un tiempo, los consumidores empiezan a buscar alternativas (ir en transporte público, compartir coche, etc.), lo que causa que la demanda baje (se vuelva elástica).
Pepe Promedio ha echado un vistazo a su cocina y se ha dado cuenta de que en ella hay varios productos cuya demanda no es elástica. Por ejemplo, la sal y el chocolate. Como no tienen sustitutivos, vuelven a su lista de la compra una y otra vez.
Una mayor presencia de productos de demanda inelástica en el mercado supone un problema para los consumidores, porque implica que vamos a tener que adquirir esos bienes o servicios sí o sí, por mucho que aumente el precio, como ocurre con la luz. Si no quieres que esto se convierta en un problema para tu economía doméstica, es hora de dejarte asesorar y poner en orden tus finanzas personales.
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Queremos explicarte el caso de Luis Pita...
Mi nombre es Luis y mi libertad financiera es de 14 años. Es decir, si mañana dejase mi empleo, podría mantener el mismo nivel de vida sin trabajar hasta 2038.
Soy autor del best seller “Ten peor coche que tu vecino” y me has visto enseñando ahorro y finanzas personales en TVE, Telecinco, Cuatro, La 2, Telemadrid y las principales radios.
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